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martes, 18 de diciembre de 2018

Redes sociales, crisis de identidad


Las redes sociales ya forman parte de nuestra vida cotidiana y nos muestran cómo la humanidad ha ido cambiando en el siglo XXI. Su asombrosa progresión en la última década y media se refleja en su enorme popularidad, tanto es así que sus usuarios se cuentan por miles de millones en todo el mundo. 
A pesar de su auge, estos gigantes digitales pusieron en evidencia su propia vulnerabilidad y fragilidad, registrando, por consiguiente, grandes pérdidas bursátiles. Pruebas de ello fueron el caso Cambridge Analytica y el escandalo informático en el mercado asiático. Estos sucesos revelaron la incapacidad de las redes sociales para compatibilizar lo público con lo privado, ya que millones de datos personales fueron sustraídos y divulgados. Como resultado, entre los usuarios creció cierto recelo, y se produjo la así llamada crisis de identidad, es decir, la no utilización o la huida de las redes por parte de sus consumidores.
Este fenómeno, acusado sobre todo en el seno europeo, ha supuesto la implantación en el viejo continente del Reglamento general de privacidad de datos, aunque inicialmente fuera no reconocido o malinterpretado por parte de las empresas involucradas. Además, la nueva normativa establece la limitación de acceso a las plataformas digitales de los menores de dieciséis años (en España, catorce). Asimismo, se indica que los padres son los responsables de vigilar que los propios menores no creen por sí mismos sus cuentas y que las redes sociales tienen prohibido captar sus datos, so pena de una considerable sanción. La polémica está servida.

Corredores humanitarios


Actualmente, el constante e incesante flujo hacia Europa de inmigrantes y refugiados de Medio Oriente y África que huyen de la pobreza y de las guerras está desafiando la cooperación paneuropea. El problema radica en que los gobiernos del viejo continente no encuentran un acuerdo para afrontar esta situación. Por un lado, se han cerrado fronteras a sus congéneres más necesitados; por el otro, las políticas de derecha de países del centro y del este europeo se oponen a su acogida, destacando actitudes xenófobas, racistas y egoístas.
Si bien hay que diferenciar entre inmigración y asilo, hay que recordar, además, que la Unión Europea se constituyó como ejemplo de valores humanos como la paz y la solidaridad.  En este sentido, mientras se sigue debatiendo en el ámbito europeo decisiones y medidas que hay que tomar se abre un rayo de esperanza. Iniciativas humanitarias como la de la Comunidad de San Egidio, que acogen a los más desamparados, incitan al pueblo a ser parte de la solución. Hacen ver que con el compromiso de la comunidad se puede llegar a solucionar esta cuestión candente, ya que así se podría proporcionar sustento económico-social y, por ende, la integración de los seres humanos más vulnerables.
Tenemos que recordar que nosotros, los europeos, también fuimos inmigrantes y refugiados. Aunque solo fuera por esta razón, tenemos que enseñar y practicar la solidaridad: todos somos parte del género humano con el mismo derecho a tener una vida digna, en cualquier parte de este planeta. No obstante, no se trata solo de acoger y facilitar las necesidades básicas a los más desfavorecidos, derechos humanos fundamentales. También se necesita que los acogidos se involucren en la nueva comunidad en la que se hallan. Igualmente, todos los gobiernos han de esforzarse más en buscar una resolución a los conflictos, de cualquier índole, porque los que han emigrado involuntariamente siempre guardarán la esperanza de volver a su patria. 

Primiero and Vanoi Valleys


Located in the southern Dolomites in the Alpine region of Trentino in the north-eastof Italy, Primiero and Vanoi are valleys surrounded by impressive porphyry summits of the Pale di San Martino and wide slopes dotted with picturesque lodges and cottages.There are also evergreen meadows with plenty of lush grass that feeds strong bovine cattle, large thick woods full of pines, firs and yews and silvery creeks studded with fluffy carpets of moss. It is still an unspoilt area where you can stay in close contact with genuine nature. Wild woody aromas mixed with berry scents take you back in time to an enchanting fairy world. 

Take a walk in Tonadico, the most unaltered village in the area. There are houses with creaky wooden balconies and colourful sacred images on the walls and tabià, weathered wooden barns standing as reminders of rural life in the past. Visit the Vanoi Ecomuseo including exhibits based on the previous century’s mountain life. Take also the Ethnographic Trail, a set of pathways designed to show you the environment, the memories and memorabilia from  World War II. Another must-do activity is the Palaronda Trek, a spectacular several days high-mountain hike going from one lodge to another.

After a steaming cappuccino early in the morning, you would hike for few hours through the peaceful woods. At noon, you would stop at one of the lodges to eat hearty stale bread gnocchi in broth and chewy browned fresh cheese preserving the pasture grass aroma with fleshy oyster mushrooms. Later on, you would lie down on/at the vivid green shores of a creek and collect fragrant juicy berries. After a relaxing hot bath and a delicious supper, you would go to bed spiritually and energetically reinvigorated.