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lunes, 8 de septiembre de 2008

Dia de geriatrico, risas pero con respeto



El pasado dia tenia una cita con unos amigos para celebrar a sorpresa el cumpleaños de otro nuestro querido con una comida en un restaurante perdido en un poligono industrial de un pueblo de cataluña: 50 tacos señores, y lo bien que los lleva, aun el diciendo a posteriori que empiezan a pesar de alguna forma u otra. Aquel dia me levantè, me afeitè, me duché, en resumen me preparé para tal aconteciemiento. Cuando más o menos era la hora para que uno de estos amigos viniera a recogerme,decidí bajar a la calle aprovechando que hacia un dia bien soleado y fresco, con un aire limpio y puro, cosa un poco rara tratandose de una big city como barcelona. Bueno pues allá que fuí. Justo delante del portal habia un banco vacio en la penumbra, y ahí me sentè. Saquè del bolso que llevaba conmigo el libro y empezè a leer. La cosa curiosa era que habian muchos viandantes paseandose por la acera, dandose, suponia, un respiro antes de volver a casa a comer con la familia: ya se sabe, el domingo es dia de estar en familia y disfrutar de ella ya que a lo largo de la semana uno va corriendo a todas partes siguiendo inevitablemente la rutina diaria. Allí unos niños con los padres pegando saltos de alegria, allá otros montandose en su triciclos o los más mayorcitos en sus bicis, acá unos viejecitos dando rienda suelta a sus mascotas que no hacian otra cosa que saltar, mear y cagar. En fin lo que tenia delante mio era una imagen bastante bucolica de un tipico dia de domingo, aun que de bucolico habia solo el atmosfera: para ser más real echaba de menos el campo, el olor a hierba y como no el toque de las campanadas. Pero llegó un momento en que al levantar la cabeza tenia otro cuadro: ahí venia un anciano literalmente arrastrandose con su carrito de ruedas que solo hace la funcion de permitirle estar de piè y poder andar, allá cruzaba mi pesencia otra persona mayor que deambulaba con muletas, y dulcis in fundo, intermitentemente, pero con regularidad, otros en sillas de ruedas en un continuo "vayven" que parecian estar todos participando en una competición: "ya" pienso yo esbozando una sonrisa cariñosa, "es quen acaban de empezar los juego paralimpicos...". Todo aquello me pareció extraño, quizás porqué no estoy acostumbrado a verlo, sin embargo me invadía una sensación de jubilo y alborozo y seguí con mi lectura, que por cierto hablaba de un escritor que queria escribir algo sobre la visicitudes de su "pobre tia",...sí, así la llamaba, "pobre tia"!
Al fin llegó mi amigo y allá que nos vamos a la comida. Cuando llegamos, aun que con un poco de retraso, no estaban todos los que tenian que estar y así, para hacer tiempo, tomamos unas cervezas acompañandolas con unos cigarrillos. Poco a poco la gente llegaba y en seguida me dí cuenta que el más joven de una pandilla de 46 personas, era yo, yo mismamente. No quisiera hacer aqui una broma facil y de poco gusto pero todos, menos unas cuatro personas, me llevaban mucho más que unos cuantos años: al principio no daba credito al hecho de que me encontraba en medio de un grupo de vegestorios, pero en segundo analisis queria pasarmelo bien y, como siempre he tenido mucho respeto a los ancianos por sus vivencias, su savoir faire y sus puntos de vista sobre la vida misma, intentè incorporarme. La comida estaba muy rica, y estaba muy contento de que era casera: una ensalada variada con nueces, peras y tomatitos, unos canelones -a saber de que estaban hechos-, gallina de guinea con un langostino y una cigalita de mar, helado de aftereight ahogado en zumo de sandia, el todo aderezado con vino tinto y al final un poco de cava. Una comida que aun que verdaderamente excelente en sabores, tenía toda la pinta de ser la comida dominguera que se ofrece en la sección de geriatría del hospital, o por lo menos a mi me parecía así. El recreo se alargó unas tres horas y varias veces tuve que salir de la sala porquè no podia aguantar más el estruendo de voces de los comensales. Por dios como gritaban!! Será verdad que cuando nos hacemos más viejos, nos volvemos más niños? Pues queridos, esto hace parte del proceso. La nota la dió una octuagenaria cuando al recordar el nacimiento de su hijo de hace 50 años atrás, venia varias veces interrumpida en lo que era su filípica hasta que un comensal llamó la atención de todos para escucharla hasta el final:"esperad que ya termina!" dijo el y la anciana espetó así: "terminar? pero si acabo de empezarrr!!!" La tia llevaba ya diez minutos largos hablando y por eso hubo una fragorosa y descomunal risa de los invitados. He de decir que a lo largo de la comida intentè tanto yo como mi amigo intablar una conversación con los que teniamos enfrente pero todos los esfuerzos eran en balde, y esto me llevó a la conclusión de que cuando ya hay grupos hechos no hay manera de poder insertarte, así que decidí vivir mi propio momento.
Al fin llegò la hora de despedirse y muy contento (tanto por el vino como por otras cosas) nos deslizamos fuera del restaurante, nos metimos en el coche y ponemos rumbo hacia la ciudad. Ahora mismo la unica sensación que recuerdo una vez dentro del coche es la de un sabroso alivio. Al final del dia más que haber ido a celebrar un cumpleaños me parecia haber hecho un pequeño viaje en el tiempo. Mejor aun, recordando el dia, tuve claro que lo que habia visto por la calle por la mañana no era sino un pequeño preludio a lo que me esperaba al mediodia, y que desde el momento que salí de casa lo que habia hecho era participar en un capitulo de la serie de "Las chicas de oro".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues ya me indicaras en el episodio de "las chicas de oro" quien era la abuela listilla, la hija rotenmeyer, la amiga "despitada" y la otra amiga "putilla"! Por dios qué día más raro que vivimos!!! Besote guapo!

ELECTRA dijo...

jajaja, buenisimo domingo, no? interesante reflexion,
un beso!!