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martes, 24 de enero de 2023

EL PERFIL PROFESIONAL DIGITAL

Sin duda alguna, las redes sociales ofrecen más visibilidad a cualquier persona candidata a ejercer una determinada profesión: a la postre, se trata de atraer potenciales clientes o empresas que pueden estar interesados en los servicios ofertados. Por eso, es importante tener un perfil digital bien confeccionado y específico para el trabajo al que se aspira y dar a conocer las propias habilidades y competencias mediante publicaciones o interactuando con otros/as compañeros/as del sector. Sin embargo, considero que hay que ser muy hábil en la redacción de contenidos porque, aunque se trate de una buena técnica de marketing y una manera de demostrar lo que se sabe, puede ocurrir lo sucedido a la correctora Pilar Comín con su blog “Atutía para textos”: «Me consta que hay gente que aprende con mi blog y luego me levantan los curros […] porque trabajan a mitad de precio» (Tradiling, 2021, 8:54 – 13:27 min). Además, hay que tener en cuenta que, si se quiere tener mayor visibilidad en el ciberespacio, los perfiles y las publicaciones, aunque se pueda elegir que sean públicos o privados, suelen ser totalmente públicos (¿no se quiere llegar a más gente?) o el/la usuario/a ha querido aceptar alguna que otra solicitud de contacto de alguien que no conoce. En definitiva, perfiles y contenidos están disponibles para ser consultados por cualquier persona, incluido alguien de un departamento de RR. HH. de alguna que otra empresa.

Esto quiere decir que hay que valorar siempre los pros y los contras de las redes sociales.
Entre las ventajas, destaco la comunicación instantánea, directa y sin fronteras, una mayor visibilidad del usuario a nivel profesional y la posibilidad de que otro usuario pueda convertirse en cliente o colaborador. Entre las desventajas, subrayo la facilidad que se tiene para mezclar lo personal con lo profesional, la posibilidad de no saber lidiar con las críticas que se pueden recibir sobre lo que se ha escrito y el riesgo de que lo que se publica puede llegar a dañar la imagen que una persona quiere proyectar (el qué y cómo se dice/escribe), ya que se puede revelar información sobre la propia conducta, y esta sí afecta a la hora de conseguir un trabajo. 


Hablando de crear contactos relativos al mundo de la traducción/interpretación, creo que sería esencial tenerlos en relación con la especialidad a la que una persona se quiere dedicar, pero tampoco veo mal el hecho de poder tenerlos en tantas otras. Nunca se sabe de dónde pueden llegar las ofertas y quién conoce a quien. Igualmente, en los comienzos, por cuanto se busque un empleo en una rama concreta, la necesidad de trabajar hace que el/la traductor/a o intérprete novel pueda dirigirse hacía ámbitos en los que no había pensado y acabe especializándose en un campo que no tenía previsto. Esto no quiere decir que hay que olvidarse de lo que realmente interesa: hay que insistir y esforzarse en conseguir el trabajo deseado.

FUENTE

TRADILING (23 de noviembre de 2021). Entrevista a Pilar Comín. [Fecha de consulta: 19 marzo de 2022]. <https://www.youtube.com/watch?v=J3Hif3NAQSk>

El CV

  

Hoy en día, tanto el CV como la carta/correo de motivación siguen siendo elementos muy importantes a la hora de postularse por un puesto de trabajo. No cabe duda de que se trata de una primera presentación que hacemos de nosotros mismos, por lo que resulta fundamental cuidar la imagen que damos, tanto desde el punto de vista visual como de corrección lingüística. Tanto si queremos proponernos como freelancers como ser parte integral del equipo de una empresa, la cuestión es que estamos vendiendo nuestros servicios, nuestro producto, por lo que tenemos que pensar que el CV y la carta de motivación han de desprender nuestros valores como marca, y, como hay muchas marcas, hay que saberse diferenciar. Al fin y al cabo, lo que queremos es que nos escojan a nosotros y no a la competencia.

¿Qué datos hay que incluir entonces? Estamos todos de acuerdo que la experiencia profesional, la formación, los idiomas, etc., son partes esenciales que nunca deben faltar en un CV e incluso en una carta de presentación. Sin embargo, estas pueden sufrir variaciones en función del tipo de oferta de trabajo y, sobre todo, en función de la empresa a la que nos dirigimos. Diría que es imprescindible hacer una búsqueda exhaustiva y conocer cómo esta se presenta, cuáles son sus valores e ideales y demostrar así interés e implicación por quiénes son y las actividades que desarrollan. En cambio, hay datos que no son necesarios o relevantes, como la fotografía, la fecha de nacimiento, el estado civil, el género o la dirección de residencia. 

No obstante, creo que a una empresa le gusta poner cara al/a la candidato/a y saber su nombre. Mucho se ha hablado de los CV anónimos y de eliminar todos aquellos elementos que son susceptibles de discriminación, pero si ya la foto es motivo de descarte, preferiría que lo hicieran antes de conseguir una entrevista, ya que la discriminación puede que se realice en una fase más avanzada del proceso de selección, o bien porque hayan buscado por las redes sociales informaciones sobre el/la candidato/a. Además, considero que sería adecuado y deseable poderse tratar de iguales: si yo conozco el nombre de la persona a la que me dirijo, y sé qué aspecto tiene, ¿por qué no debería saber el mío y saber qué cara tengo?

Teniendo en cuenta todo lo expuesto, opino que es importante ser transparentes y honestos con la información que se ofrece y consigo mismos. Cierto es que hay que saber destacar en nuestra candidatura, pero no vale todo. Tendrían que primar las habilidades, cualidades y competencias que se poseen, y no mentir. Con esto quiero decir que no es cuestión de sacrificarse para poder obtener o aceptar un trabajo, pero, sí de adaptarse en función de lo que se puede aportar: quizás, hay que saber hacer alguna que otra concesión. Ahora bien, no se trata de aparentar, ya que nuestra imagen personal se desprende también de lo que transmitimos en palabras.